“Llámense falsos positivos, exterminio, limpieza social o asesinato selectivo, lo ocurrido con los 5 adolescentes afrodescendientes en el sector Llano Verde, de la comuna 15 de Cali, es parte del infanticidio que ocurre en estas barriadas marginales pero que la sociedad olvida ante otros eventos no menos dolorosos que castigan a los nadie, a los desposeídos”.
El miércoles 12 de agosto, distintos medios de comunicación publicaron la noticia del asesinato de 5 adolescentes afrodescendientes en Llano Verde, de la comuna 15, que pertenece al distrito de Aguablanca en Cali, una zona periférica y altamente vulnerable. Unas horas antes de leer la noticia, estaba escuchando la conferencia Herramientas para acercar a niños y jóvenes a la realidad de la guerra de la escritora de literatura infantil y juvenil Pilar Lozano, quien trabaja como mediadora de lectura con niños, niñas y jóvenes en distintas zonas del país, afectadas por el conflicto armado, la pobreza y el olvido estatal.
Una de las anécdotas más dolorosas y conmovedoras de la charla ocurrió en un barrio limítrofe entre Bosa y Ciudad Bolívar, después de una lectura en voz alta del libro Tengo miedo de Ivar Da Coll, una niña de 10 años se acerca a la escritora y le confiesa que en su barrio se hace la limpieza social, de acuerdo con su testimonio, los jueves y los viernes una camioneta negra sube y mata a los niños, la menor remata su relato con la siguiente la frase: “a mí me da mucha rabia, porque limpieza tiene que ver con mugre y nosotros no somos basura, somos seres humanos”.
Este testimonio llevó a la periodista a escribir un libro sobre esta repugnante práctica que tituló No somos basura. Llámense falsos positivos, exterminio, limpieza social o asesinato selectivo, lo ocurrido es parte del infanticidio que ocurre en estas barriadas marginales pero que la sociedad olvida ante otros eventos no menos dolorosos que castigan a los nadie, a los desposeídos.
Del mismo modo que conmueve escuchar el relato de la escritora, resulta indignante y repulsivo leer los comentarios que algunos de los ciudadanos hacen frente a esta noticia, uno de ellos dice: “Qué hacían los angelitos en el cañaduzal donde permanentemente atracan?” Sin duda esta noticia parte de las sentencias discursivas de connivencia fratricida que se vienen repitiendo desde cuando el entonces presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez, se refirió a los jóvenes desaparecidos en Soacha y que más tarde pasarían a llenar las listas de los falsos positivos. Esto nos hace pensar en una doble victimización que comete el Estado colombiano y sus ciudadanos, en donde el primer crimen que comete un niño o una niña que nace en un barrio periférico y olvidado, es ser pobre y, por lo tanto, delincuente; en comparación con otros y otras ciudadanas, estos niños y niñas antes de nacer son culpables, no cuentan con la presunción de inocencia a la que ahora apela el presidente Duque en defensa de su mentor y padrino político.
¡No somos basura!
* Valeria Maldonado es integrante del equipo de Territorios y Derechos Humanos de la organización Pensamiento y Acción Social (PAS). Pedagoga, promotora de lectura y defensora de los derechos de los niños y las niñas.